Combate naval en Cartagena, 28 de mayo de 1708. Ataque a la flota de oro española. Pintura por Samuel Scott. Link.

Ya hemos conocido y relatado aquí la historia de Drake.

El éxito en las rapiñas de este pirata elevó la ya fértil ambición e imaginación de los ingleses. Y es que la codicia es muy contagiosa y uno de los “infectados” por ella fue nuestro protagonista hoy: John Oxenham.   

Este nuevo pirata se hizo a la mar en Plymouth el 9 de abril de 1576, con dos navíos y 57 hombres con los que partió de caza. Además de esos dos barcos llevaba desmontadas dos pinazas.

Oxenham llegó al istmo de Panamá durante la estación húmeda, sufriendo lluvias y tifones que lo obligaron a esconderse durante varios meses en el Golfo de Acla para resguardar sus barcos y su gente. Durante su estancia allí utilizó su tiempo en ganarse la confianza de negros cimarrones, enemigos de los españoles, y en explorar la zona con las pinazas para acechar pequeños barcos a los que capturar.

Sin embargo, los españoles ya los tenían detectados,  y el Gobernador D. Gabriel de Loarte, al mando de una flota, los enfrentó, capturando las naves con todas sus provisiones y municiones.

Los piratas, con ayuda de los negros cimarrones, construyeron una pinaza de gran tamaño en la que se internaron por el río Cuchumaque hasta la altura del golfo de San Miguel, llegando en 1577 a las islas de las Perlas, es decir el Océano Pacifico. Pero no era ésta una empresa de descubrimientos y colonización sino de piratería, saqueo y muertes. En su deambular por la zona saquearon y mataron, con especial saña a sacerdotes y frailes, con inusitada crueldad.

Tras crear una base en la isla de Las Perlas se lanzaron contra todos los navíos desarmados que se pusieron a tiro. Estos, al no conocer de la existencia de estos piratas en el Pacifico, desprevenidos eran habitualmente una presa fácil. 

Pero Gabriel de Loarte no había cejado en su empeño de capturar a estos molestos intrusos y para lograrlo organizó dos flotas: la primera contaba con seis barcos y doscientos hombres, y partió de Panamá un 18 de agosto, persiguiendo a los ingleses hacia el río Santa Maria, donde les hizo caer en un fulgurante ataque que le permitió recuperar gran parte de los botines saqueados. La segunda flota, al mando de Luis Guzmán de Melo, partió desde Nombre de Dios hacia el golfo de Acla, donde capturó las dos pinazas de los ingleses, internándose después tierra adentro con la misión de destruir los campamentos de los negros cimarrones.

A Oxenham solo le quedaron treinta hombres de su tripulación original con los que se mantuvo huyendo hasta febrero de 1578, momento en el que fueron capturados por las tropas del virrey del Perú. Tras su detención fueron ahorcados todos los prisioneros salvo el propio Oxenham y tres de sus hombres, que fueron trasladados a Lima. En esa ciudad, y ante la amenaza del tribunal de la Santa Inquisición, abrazaron el catolicismo y abjuraron de sus herejías, recibiendo pena de galeras. Pero las autoridades civiles revocaron la condena y ordenaron su ejecución, que se llevó a término en octubre de 1580.

Como nota histórica, y contradiciendo la conocida como “Leyenda Negra” está demostrado que el tribunal del Santo Oficio era más benigno que los tribunales ordinarios, y muchos delincuentes se acogían a la Santa Inquisición blasfemando o acusándose de herejía para conseguir evadirse de los tribunales ordinarios.

La cultura actual nos vende la historia de los piratas como vividores triunfadores y heroicos, pero sus historias y destinos fueron en casi todos los casos muy similares a los de John Oxenham.

Categorías

Suscribirme

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Pin It on Pinterest