En la imagen, Thomas Cavendish, Sir Francis Drake y Sir John Hawkins, National Maritime Museum, Londres.

Clic aquí para ver la segunda parte: Francis Drake.

Clic aquí para ver la tercera parte: Walter Raleigh.

Es notorio como muchas culturas saben “venderse” o “vender” sus éxitos con gran eficacia frente a otras. También debemos recordar que aquellos que controlan los medios de comunicación mundial pueden ofrecer su historia con un  punto de vista mucho más favorable.

El caso de las culturas anglosajonas es especialmente destacado.  Si comenzamos con fechas cercanas es curioso ver como errores, desastres o derrotas se pueden transmutar  en narraciones de acciones brillantes,  heroicas y bien intencionadas, como por ejemplo, pueden ser las películas de las guerras de Oriente Medio, la derrota del Vietnam, y la Segunda Guerra Mundial.  Saber convertir un grupo de  pobres y en general sucios cuidadores de ganado en héroes del “Lejano Oeste” o una unidad de caballería fronteriza bastante floja en “Centauros del Desierto” tiene mucho mérito.

Sin embargo, si vemos el recorrido histórico de estas naciones, nos daremos cuenta que su capacidad de “dorar” su historia ya viene de muy lejos.

En nuestro caso vamos a centrarnos en los “Perros de la Reina”, es decir los conocidos como piratas, corsarios o bucaneros ingleses. Estos tres tipos de personajes no realizaban la misma función, pero gracias al lavado de cara realizado por la cultura anglosajona nos los presentan como hombres libres, amantes del mar, con una capacidad especial para luchar por la libertad y contra los tiranos,  (adivinad quien es el tirano) y  en muchos casos al servicio a su país,  en vez de lo que histórica y objetivamente solían ser; ladrones sin escrúpulos, violentos y en muchos casos, sádicos personajes que atacaban a los más débiles y pobres, dispuestos a enriquecerse sin reparo ninguno con el dolor de los demás.  Estos personajes se  enaltecieron culturalmente gracias a que realizaron un acercamiento al poder en estos países anglosajones y a que se  convirtieron en útiles instrumentos de esos poderes. No solo se convierten en “luchadores de la libertad” si no también que sus éxitos se transmutan  en aventuras heroicas  de proporciones mucho mayores que la realidad muestra.  La idea de que un grupo de bandoleros pudiera hacer temblar a un imperio es ciertamente extraña para nosotros, pero muy asumida en sus países natales.

Después de esta introducción entenderemos mejor la historia y leyenda de ciertos personajes, y nos sorprenderemos más de lo que nos intentan vender los medios de comunicación.

Comenzaremos con el que se puede considerar el precursor de estos personajes, JOHN HAWKINS

 

 

John Hawkins

 

La piratería en los virreinatos españoles siempre había existido de una forma muy limitada. Franceses, y holandeses habían hecho sus pinitos en estos lares,  pero hasta 1560 no se puede considerar  como una operación organizada. Es a partir de esa fecha cuando los burgueses con capital suficiente se alían a los escasos piratas británicos. Las fuerzas navales británicas en aquellos tiempos eran bastante menores de lo que muchos presuponen y en ningún caso la corona británica podía permitirse el lujo de arriesgar su flota en frentes internacionales.

Esta asociación de armadores y piratas fue muy útil para la reina Isabel de Inglaterra, una buena herramienta para incordiar a su más terrible enemigo, el Imperio Español, y ya de paso conseguir unos buenos ingresos.

John Hawkins nació en Pymouth en  una familia de armadores. Su padre ya era un turbio negrero y contrabandista, con lo que sus dos hijos siguieron sus pasos. Ya en 1557  asaltaban navíos  franceses por la guerra con aquel país. Al firmarse la paz en 1559 sus actividades de corso tuvo que cesar y regresar al aburrido negocio de la familia.  Hombre inquieto, decidió buscar nuevos horizontes y con uno de sus barcos capturados se puso en dirección a las Indias a través de Canarias. Por influencia del futuro pirata John Lowell cambio su opinión y rumbo hacia el negocio de la trata de negros.  En Inglaterra había conseguido fondos de otros comerciantes y preparó una expedición a la costa de Guinea.

Con una tripulación de cien hombres y tres barcos partió hacia aguas africanas, pero su alma pirata ya estaba funcionando, y en vez de realizar el (siempre horrible) trabajo de negrero, se lanzó sobre los barcos que realizaban esta función para asaltarles. De esta manera  llenaba sus bodegas de esclavos. El negocio era redondo. Sin costo alguno conseguía llenar sus bodegas, por lo que toda venta seria beneficio.

En 1563 desde las costas de África partió hacia las costas de La Española donde, con la excusa de reparaciones y aguadas intento atracar en el puerto de Cabo Isabela. La venta de esclavos estaba muy restringida y con unos impuestos muy altos, por lo que era muy difícil la venta.  El gobernador negó el permiso de venta. Pero Hawkins decidió pagar los impuestos, ya que aun así el negocio era muy bueno. Aprovecho que vaciaba el barco para con los beneficios llenarlo de una curiosa planta tropical llamada combre, con la que volvió a Inglaterra.

El éxito de la expedición y la habilidad de Hawkins para exagerar ese éxito llamo mucho la atención a nuevos armadores y comerciantes. Incluso la reina se interesó con el objetivo de establecer colonias en tierras americanas. Tanto le intereso a Isabel I la idea que entrego su más importante navío, el Jesus de Lucbeck , un monstruo de setecientas toneladas construido en la ciudad alemana de Lucbeck .  Esto fue el comienzo de la colaboración entre la reina y los profesionales de la piratería.

Reclutó tres navíos más y con ellos partió hacia África, más concretamente a las costas de Guinea donde con el mismo procedimiento que en el viaje anterior se hizo con cuatrocientos esclavos, y de allí partió hacia el puerto de Borburata , en tierras americanas, y repitió la misma “técnica” que en el viaje anterior. En este caso enseño musculo y para reforzar sus “argumentos” bombardeo la ciudad. Ante lo que el gobernador no pudo resistirse. La venta de los esclavos le reportaron más de doce mil pesos.

De allí partió hacia CuraÇao, donde secuestro al gobernador según subió a su barco, y exigió un cuantioso rescate en materias primas (piezas de cuero).  Para desgracia de los habitantes, estos no podían pagar esa cantidad por lo que después de que Hawkins recibiera lo que le entregaron,  los piratas mataron todo el ganado de los lugareños.

De allí repitieron la operación en Rio del Hacha  y de allí intentaron hacerlo otra vez con Cartagena de Indias, pero el gobernador se resistió y los ingleses tuvieron que retirarse.

Después de este  fracaso, intento emboscar a la Flota de Indias  y al no conseguirlo puso rumbo para Inglaterra.

La entrada en Londres fue espectacular gracias a los notables beneficios de la expedición y la habilidad que tuvo en adornar sus “hazañas”.  Tan gran fama consiguió que la reina le nombró caballero.

En enero de 1567 con numerosos apoyos económicos, incluida una entusiasta reina, montó una nueva operación. Esta vez recibió dos navíos de la armada británica, el Jesus de Lucbeck y el Minion. En el Jesus embarcó una futura estrella de la piratería,  Francis Drake, además de armas sacadas de los arsenales reales. Los armadores permitieron fletar 5 buques más de diverso tonelaje.

En este caso, el comercio de esclavos pasaba a un segundo plano y el saqueo se convertía en una operación prioritaria. Otra misión especial ordenada por la reina era crear una colonia en tierras americanas.

Siguiendo la ruta y táctica habitual hacia las islas de Cabo Verde, se hicieron con cuatrocientos cincuenta esclavos y añadieron a la flota dos nuevos buques arrebatados a los portugueses.

Su llegada al Caribe fue muy satisfactoria para ellos en Isla Margarita y Bourbata,  pero cuando junto con Drake puso rumbo a Riohacha se encontró con los españoles preparados para defenderse.  Gracias a un ataque por tierra pudieron tomar la ciudad.

Su siguiente objetivo fue Cartagena de Indias, una espina clavada en el honor de Hawkins, ya que en el viaje anterior se le resistió. El gobernador D. Martin de Alas, que ya se había enfrentado a él, siguió resistiéndole.  A pesar de su escasa capacidad artillera, y gracias a una estrategia de artillería móvil consiguió resistir, y tras ocho días de duro asedio Hawkins tuvo que retirarse jurando que la próxima vez destruiría la ciudad.

Aunque su idea era retornar a Inglaterra, una tempestad averió sus barcos por lo que se dirigió al puerto de Veracruz para realizar reparaciones. La ciudad esperaba al nuevo gobernador por lo que se confundió la flota inglesa con la del nuevo gobernador. Hawkins tomo como rehenes al comité de recepción y forzó la entrega de las fortificaciones, en preparación del asalto de la futura llegada de la Flota de Indias.

Uno de los oficiales, Antonio Delgadillo se la jugó  enviando secretamente correos a las caravanas de la plata y bajeles a la Flota de Indias para avisarles de la situación. Don  Francisco de Luján, el general al mando de la flota se arriesgó, y con gran audacia paso delante de la flota inglesa y atraco en el puerto, descargando rápidamente. En un hábil golpe de mano nocturno  D. Francisco de Luján, tomo al abordaje el Jesus de Lucbeck. Al amanecer comenzó la batalla y gracias a un asalto español a las fortificaciones que habían tomado los ingleses las tornas se giraron hacia el bando hispano. El resultado fue de la perdida inglesa del Jesus de Lucbeck y el hundimiento de otros tres  navíos de la flota inglesa.  Con este desastre Francis Drake huyo en un navío abandonando a su suerte a Hawkins. Este hecho marco un odio eterno entre ambos piratas.

Hawkins logro escapar con vida aunque con solo dos embarcaciones, para enfrentarse a un motín de su tripulación. Los amotinados le abandonaron y desembarcaron en la isla de Tampico, donde posteriormente morirían la mayoría a manos de los indígenas.

El regreso a Inglaterra fue terrible, sin agua ni alimentos. Consiguieron llegar a  Vigo, donde los habitantes, desconocedores de sus fechorías, les socorrieron.  La llegada a Inglaterra en 1569 fue de todo menos triunfal. Los armadores se arruinaron y la monarquía  británica quedó humillada por la pérdida de armas y naves.

Especialistas en embaucar, tanto Drake como Hawkins cambiaron toda la historia para acusar a los españoles de traidores  y generar la indignación del pueblo británico.  Incluso Drake llego a exigir una supuesta deuda de los españoles, a los que reclamaba una autentica fortuna por el oro no robado en Veracruz.

En 1595  la reina Isabel reclamó de nuevo los servicios de Hawkins  para montar la mayor operación de corso realizada hasta entonces.  El plan era de Drake pero la reina obligo a que Hawkins dirigiera la operación, a pesar de su conocida enemistad. La flota partió de Plymouth, con dos barcos completamente nuevos de la armada británica además de 26 navíos más.  Más de mil quinientos marinos y tres mil hombres de armas  formaban la mayor flota pirata conocida hasta entonces.

La flota se hizo a al mar en 1597. Desde el principio surgieron las diferencias entre Hawkins y Drake  por el trayecto. Drake quería atacar las Islas Canarias a lo que se oponía Hawkins.  Drake tomo el control y se lanzaron contra el puerto de Las Palmas al que cogió totalmente por sorpresa. Reunida rápidamente la defensa, se enfrentaron a un enemigo que desembarcaba en 27 lanchas de desembarco y el apoyo de la artillería de los navíos y con una absoluta seguridad de victoria.  Sin embargo, utilizando una artillería muy móvil, el gobernador de la plaza consiguió eliminar cuatro lanchas de desembarco y dañando seriamente 5 navíos.

Drake reconoció su error y ordeno la retirada para atacar otros puntos de la isla donde también fue rechazado. Gracias a unos prisioneros ingleses capturados se supo las intenciones de ataque a Panamá por parte inglesa. Inmediatamente se enviaron correos de aviso a las Indias.

Antes de dirigirse a Panamá, decidió capturar un navío de la Flota de Indias, La Capitana de Tierra Firme, que desarbolada por una tempestad estaba refugiada en Puerto Rico con un cargamento de dos millones de pesos.  Pero lo que no sabía es que los españoles habían enviado una flotilla de 5 fragatas para ayudar  a La Capitana.

Así, al llegar a Puerto Rico los piratas se encontraron una ciudad preparada para la defensa, la entrada del puerto bloqueada y una línea de fragatas desplegadas lista para abrir fuego. Nada más aparecer los ingleses, fueron recibidos con una andanada que casi mata a Drake en su comedor mientras almorzaba con sus oficiales, a los que si mato.  Los piratas diseñaron un plan para un ataque nocturno por tierra  y de flanqueo. Se  situaron  junto a las fragatas, consiguiendo incendiar varias de ellas.  Los españoles acudieron a la defensa y solo perdieron una de las fragatas por el fuego. Pero este mismo fuego iluminó el escenario de combate y revelo la posición de los piratas. Cañones y mosquetes hicieron una carnicería con los piratas.  Murieron más de cuatrocientos piratas. El resto retrocedió  a sus naves.  El tozudo Drake planteo otro asalto al día siguiente, que fue nuevamente rechazado.

En medio de esta debacle John Hawkins enfermaba seriamente, y moría de fiebres, siendo abandonado su cuerpo en la isla.

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